viernes, 11 de junio de 2010





En aguas subnormales me dejé caer,

sin pisar la arena mi piel se erizó.

Grité en murmullos bajo el silencio,

detalles fosforescentes emergieron entre nuestros cuerpos.

Que me tocaras ya no era solo el deseo,

que te acercaras hasta formar un solo pilar

el destino del sudor de tu frente

formando amalgama con mi cabello

rara vez suelto.

Imaginé que me fotografiabas la espalda,

que me besabas los pies y que recorrías mi entrepierna,

que dos eramos muchos y que por eso somos uno en el infinito.

Desbordante sensación de amarte hasta en la célula más oculta

del tejido nervioso, escribir sobre tu esclerótica y reflejar palabras

disonantes pero melódicas .

En tu cuello bordar mis besos,

en tu oído plasmar mi respiración convexa,

abrazarte al ritmo de la agitación escandalosa

y morir (La petite mort ) entre tus sábanas y tu boca.

Mientras dormimos viajamos a otras distancias

y aunque al despertar me vista y me despida de un beso

sin esperar reacción alguna de tu cuerpo,

sé que me esperas en tu sueño profundo y yo te llevo en medio del humo que exhalo en dirección al tren.

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