Caminas por el sendero que llega hasta Constantinopla
arrodillándote ante la imagen que cargas en el pecho,
sangrando como bestia enajenada por el deseo
Que esfuerzos de fe soportan la ira de la destrucción,
trizaduras de rostros en agonía,
muertos vivientes de siglos vacíos
Y si cargas tanto santo en ese cuerpo,
como no eres capaz de cargar con el rostro natural
que te da la virtud y la gracia
Ve y amalo, besalo y duerme bajo su alero,
que la moral pública juzgue tus actos,
que la conciencia te desmorone el alma
Porque nunca hubo porcelana más contaminada,
ni hombre más terco, ni fama más repudiada,
que el ícono que llevas en ese altar no es más que veneno gangrenado.
hermoso texto. una lástima que no siga el blog....
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