Cuando todo deja un espacio, cuando ya no esperas en un súper héroe, cuando ya no crees en la vida eterna, tal vez ni siquiera en la reencarnación, cuando solo se torna placentero el sentarse en un fogón a beber café, cargarlo de azúcar y bostezar. En ese tiempo quizás la vida se me detuvo, quise poner pausa y de tanto desear se cumplió, solo que tiempo después, en el ahora, cuando lo único que quiero es estar en movimiento, pero en silencio, cobijarme en una plaza escondida, en un cementerio ermitaño, en un lugar lejano. Quisiera poder escribir y leer como en diciembre y enero, escuchando De paso y Las piedras de Gepe, llorando por aquí y allá pero con la esperanza de tener lo prometido pronto, y luego aquí lo pierdo más que antes y no lo veo ni siquiera por reflejo.
El miércoles me traslado de ciudad, estaré todos los días junto al mar, escucharé en el trayecto Ce que je suis de Holden y los Barcos de Gepe, Elige me de Javiera Mena y la parte final de Cámara lenta, y de que sirve? Supongo que esperaré su reflejo en la bahía, volveré a tomar el metro y pasaré por sus colectivos a escondida.
Por ahora si me preguntan eres feliz… no sé … dejémosle la respuesta al puerto.
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