Era primavera, lo sé porque me vi usando una sudadera ancha y porque aún no me había depilado como para que fuera verano.
Llegué pedaleando rápido a la avenida Argentina, se notaba que no era día de feria, estaba vacía, literalmente vacía, mientras en las afueras del Congreso quemaban neumáticos que se perdían entre el color verdoso del cielo y el efecto de cámara lenta producido por el calor.
Pedaleé en dirección a Barón hasta que llegó el verano.